¿qué mejor que esperar el fin,
aquí sentado sólo?
    ¿qué mejor que hacerlo así,
sin nada alrededor?
desconfío de vuestra supuesta humanidad,
habláis del bien y sois maldad.
    ¿quién mejor que el viento,
para hacer crujir las hojas?
    ¿quién mejor que tú,
para pudrirlo todo?

nacimiento y óbito,
o en su defecto, anhelo de sexo y miedo a la muerte,
el principio del fin.                                                                            
    mi casilla es la número 14 del sector C,
una multitud se agolpa para fichar,
    sólo soy uno más entre todos estos cadáveres en vida,
un cadáver más,
   mi frío ataúd duerme en el nicho 122,
allí en la sección D del Cementerio local,
  sólo soy uno más entre todos estos cadáveres en muerte,
un cadáver más.

con una necesidad imperiosa de conversar,
las gentes se juntan en las esquinas para hablar de nada,
y al unísono recitan de memoria,
los mismos sobados argumentos;
y en la estación contemplando los trenes,
piensas,
qué buenas razones tendría aquella chica para arrojarse.
     
    y nos iremos y vendrán otros después,
e intentaran no cometer los mismos errores,
y sólo algunos lograran engañarse;
      y nos iremos, y otros vivirán en nuestras lares,
se enamoraran de nuevos cuerpos y sentirán el tedio,
 y juraran que para siempre serán, serán lo que no podrán mantener;
      y nos iremos, y habremos vivido raramente,
sin entender casi nada de los que hemos visto,
sospechando que esta estancia es la última;
       y el aceite empezará a hervir
mientras en la tele darán algo vomitivo,
      y En el infierno, los días transcurrirán eternos,
 la infinita repetición del ser y el estar.