¿y si la máscara más cara mascara más caramelos?

decidí matarla

Al llegar a casa la encontré como siempre en la cama dormida, desnuda; como siempre yo llegaba a altas horas de la madrugada. encendí una vela y me dediqué a observarla durante largo rato: su rostro angelical, su respirar que inflaba sus pechos y su presencia sin mas me hipnotizaban y así podía pasar largos ratos. La besé y despacio le hice el amor. Luego decidí matarla, tanta belleza era insoportable, así que cogí la almohada y la presioné sobre su rostro pálido, apreté, ella susurró palabras incomprensibles, luego empezó a mover sus piernas hacia todas direcciones. Contemplé su bello cadáver, con su rostro morado, su respirar que ya no exhalaba y su ausencia de alma. La volví a besar.